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martes, 31 de enero de 2017

Teresa

“Y cuando los augurios por la vida nueva y la felicidad futura empezaron a reiterarse con énfasis y efusión, ella se puso en pie, acelerando la despedida, marchando sobre todas aquellas palabras como sobre hojas secas.”



Teresa Mancha se enamoró de José Espronceda. Espronceda cayó rendido ante la dulce Teresa. Una apasionada por la literatura conoce la historia de Teresa y Espronceda. Sabe que dicen, que comentan, que cuchichean que existió el romance del poeta con la esposa de Gregorio. Una lo sabe, lo ha buscado y leído en algún momento y tiene un mínimo conocimiento de los hechos. Es entonces cuando la literatura le regala a una que sea Chacel quien le explique la historia. Menudo regalo.

Fue Ortega y Gasset quien encargó a Rosa Chacel una novela para su colección de Vidas extraordinarias del S.XIX que publicaría luego la editorial Bruguera. Rosa se decidió por Teresa, por la musa del poeta romántico. Decidió que escribiría a partir de lo poco que se sabía. A partir de los pies chiquititos de los que se enamoró el del canto a la “espíritu indomable”. Teresa. Gran decisión la de Chacel. Tras terminar su lectura no he podido leer nada más que no sea ensayo o poesía. No quiero perder todavía esta sensación que ha dejado en mí. Teresa sigue viviendo conmigo, mientras no aparezcan otras historias. No puedo incorporar nuevos personajes porque su recuerdo aún late en mí.

La novela empieza con un cartel de advertencia escrito por la propia Rosa. En él hace hincapié en el porqué de su apuesta por ese personaje y la dificultad que le supuso crear un alma interesante. ¡Habla de crear un alma interesante! Y lo logra, señoras y señores. Lo logra inmensamente. Porque lo que acaba sin ser lo más importante es la historia en sí, porque lo que cuenta es la intensidad de Teresa. Porque Chacel hace que viva cada segundo con una fuerza tal que tras la última página… es como si apagarais la luz. Oscuridad, Teresa ya no está.

Las emociones, los sentimientos, el amor, el dolor, la contundencia de la vida son narradas de manera bárbara por esta mujer a través de los ojos de Teresa. El miedo salta las páginas del número 63 de Bruguera para dejarte la piel de gallina. Porque el amor solo pierde su encanto cuando la imagen del ídolo se deforma. Como acaba deformando Chacel a Espronceda. Como acaba transformando Chacel a la dulce Teresa.

Página tras página, en una letra minúscula y casi sin márgenes, no hay párrafo sin sustancia. En sus más de 300 páginas cada descripción te transporta. Descripciones físicas magistrales, capaces de hacerte recrear cualquier estancia u objeto. No olvidemos que ya venía yo de leer Barrio de Maravillas y ya llegué fascinada tras la descripción de 30 páginas sobre un rayo de luz. Impecable descripción, pocos podrán ser capaces de escribir algo así. Descripciones de sensaciones o emociones de Teresa que te hacen sentir realmente, que te dejan con el hilo pendiente de volver a vivir esa situación. Una Teresa que luce una sonrisa llena de secretos, como si guardara cosas para otro día. Siempre esa sensación de que volverá para explicar más de lo que explica, porque necesitas más. Quieres que te lo cuente todo. Porque sabes cómo se siente, porque empatizas y parece que escriba para ti, que escriba sobre ti. Entras tanto en el libro que formas parte de su vida, eres ella. Deseas decirle qué hacer, deseas que no se sienta cómo hace, que luche, que ame con garras y dientes. Que le dé al ruiseñor corazón como alimento…

Pocos libros calan en las páginas de vida de una. Tantas lecturas pasan por nuestras manos sin pena ni gloria… Pero es mágico encontrar aquella o aquel escritor que ericen siempre el relato. Es cautivador que no deje de sorprenderte, escriba lo que escriba. Que sea imposible leer sin lápiz a mano porque parece que pierdes fragmentos de vida que deberás y necesitarás releer a posteriori. Que un buen día necesitas expresar cómo te sientes y sabes que si recurres a Chacel, ella lo habrá escrito. ¿Es o no es mágico lo dicho? Lo es.


Cierro la última página y me acaricia la mirada de Teresa. Pasa a formar parte de mis recuerdos, como si hubiera estado aquí a mi vera. Como si ella misma me hubiera explicado su historia. Porque Chacel ha conseguido que aún después de cerrar la última página nos siga uniendo ese silencio. 

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