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lunes, 30 de abril de 2018

Un sueño dirigido


Tras la lectura de La muchacha Carla de Elio Paglariani una sigue paseando por las calles de Milán. Recuerda cuando las recorrió y le regresa la cantinela italiana mientras camina sobre sus baldosines dibujados. La vista mareada de mirar al suelo y al cielo para no perderse nada. De igual manera he dado los pasos sobre el guion de cine – poemario del italiano. Libro de un único poema que incluye desde los planos aéreos de la ciudad al detalle de las zapatillas de Carla. Que va de las primeras elecciones democráticas en Italia hasta las clases de mecanografía de la ragazza. Primeros planos o picados, perspectivas… junto a elipsis, metáforas, metonimias, símiles o enumeraciones.

Pagliarani fue un poeta del Gruppo 63, incluido en la Antología de I novissimi (1961). Esta antología mucho tuvo que ver con la que editó en 1970 Castellet, Nueve novísimos poetas españoles. Nos llegó la influencia que defendía, entre otros, Pagliarani de esas neovanguardias nacidas de la vida cotidiana. La primera vez que se publicó la historia de Clara Dondi fue en la revista Il menabò, dirigida por Italo Calvino y Elio Vittorini. Tras la cual recibió los elogios de Pier Paolo Pasolini, también poeta y director de cine. Y es que… ¿cómo desligar ambas artes?

Árbol azul. Málaga enero '18.

En el epílogo de la traducción, Ignacio Vleming, escribe una reflexión por la que estoy aquí. Cómo no vincular, en tantas ocasiones, el séptimo arte con la poesía. Muchos directores son poetas que plasman en imágenes esos versos que escriben, recrean en cada plano la figura retórica pensada. Apunta Vleming una cita de Buñuel y tras ella escribe un final magnífico para no acabar el libro ahí, sino para seguir con él.

“… como apuntó Luis Buñuel: “El cine es un sueño dirigido” y los sueños nos acompañan desde siempre. Ahora solo falta escribir la palabra FIN en la última página, y que cada uno recuerde lo que crea haber soñado”

Así son las películas poéticas o los poemarios cinematográficos, así sería La muchacha Carla en pantalla. Fotogramas que no dejan a nadie indiferente, y sobre todo, finales o conjuntos de imágenes que cada uno recordará de una manera distinta, llegándole un mensaje personalizado. Como lo efímero que se recuerda de un sueño recién despierto, como aquello que es tan vivo en el momento de abrir los ojos, de terminar la película, pero que luego se desvanece aunque lo agarremos con fuerza. Acaba desapareciendo.

A mucha gente no le gusta la poesía, tampoco le agraden entonces, seguramente, las películas que sean versos por analizar. Aquellas que requieran el esfuerzo de deshacer las figuras para entender el qué que existe tras ellas. Por eso los amantes de la rima nos quedamos con el cine de Aronofsky, Wong Kar-wai, Richard Linklater o cualquier película italiana que nos llene de música ese sueño. ¿O no son poesía películas como La fuente de la vida, Deseando amar, Antes delamanecer o Cinema Paradiso?

Y con ese sueño dirigido, como si pudiéramos decidir cada escena e ir llevando la vida al the end, mi película llega mañana a las 37 primaveras. Seguiré recordando, día a día, lo que crea haber soñado. Crearé la costumbre de dejarlo anotado, porque como dijo Pagliarani “las costumbres se van haciendo junto a la piel / así que todos tienen una si tienen piel.”

Reflejo en el cielo de Málaga. Enero '18.

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